Hoy hemos ido en bicicleta hasta la Torre de Villaverde.
Hemos subido sus 17 metros, divididos en cinco plantas que sus dueños, D. Rafael y D. Ismael Ramírez, nos han ido explicando.
A continuación os expongo algunos datos importantes sobre la torre:
Es catalogada como Bien de Interés
Cultural (B.I.C.) desde 1.985. También es conocida como Castillo de Fernán
Martínez de los Molinos, y su localización se encuentra en la margen izquierda
del Guadalquivir, a escasos 2 kms. de Montoro en plena campiña cordobesa.
Enclave privilegiado, su relevancia
histórica se confirma por la presencia en su solar, entre otros elementos; de
restos arqueológicos iberos o parte del trazado de la antigua calzada romana Vía Augusta (calzada romana
más larga de Hispania que discurría desde los Pirineos hasta Cádiz).
Si
bien consta su existencia desde el siglo XII, su construcción se confirma ya en
1.341, cuando se acredita su adquisición por D. Fernando Alonso de Córdoba,
alcalde y Alguacil Mayor de Córdoba.
Consecuencia
de las continuas luchas señoriales libradas durante la Edad Media, en 1.464 el
rey Enrique IV ordenó la demolición de la antigua torre árabe de Fernán
Martínez de los Molinos. El origen de la construcción actual corresponde a D.
Diego de Aguayo y Cárcamo, cuando el 20 de mayo de 1.472 obtiene real
privilegio del propio Enrique IV para reconstruir la referida torre árabe de
Fernán Martínez de los Molinos, iniciando las obras en ese mismo año. Es de
suponer que el cambio de topónimo por el actual “Torre
de Villaverde” tuvo el propósito de borrar las huellas
históricas de aquellos turbulentos años.
Su
construcción es de gran consistencia, siendo su planta ligeramente rectangular,
de 8 por 7`5 metros de anchura máxima en sus muros y superando los 17 metros de
altura. Está construida a partir de sillares en la planta baja (hasta la mitad
de la torre) y sillarejo en la otra mitad, hechos a partir de “piedra molinaza”
o asperón rojo, roca propia de la zona de Montoro. Los bloques se disponen en
alternancia a soga y tizón, que en conjunto crean un hermoso contraste con el
paisaje. Su labra es excelente, dando al conjunto aspecto de gran solidez y
belleza. Es apreciable el cambio de tamaño de estos sillares, siendo mucho
mayores los que configuran el tercio inferior de la torre, mientras que los que
siguen en altura son más reducidos.
La
torre está rodeada en su parte superior de una serie de canecillos o ménsulas,
mayores en los ángulos que, sostenían un cadahalso perimetral. El cadahalso era
un elemento defensivo, un parapeto voladizo de madera sostenido por las
ménsulas y dotado de una base y un frente aspillerados para batir el pie del
lienzo. A esa estructura de madera que no se ha conservado da salida una
aspillera en tres de sus lados y dos en el cuarto. Se trata de aspilleras con
abocinamiento externo y leve deriva lateral o “canonnière à la française”,
elementos defensivos habituales en la arquitectura militar de la segunda mitad
del siglo XV.
La
torre presenta hoy dos puertas. La situada a nivel del suelo debió abrirse
durante el siglo XVIII. Como es frecuente en las torres, la puerta primitiva,
angosta, se encuentra en alto, en el muro este. Una escalera de madera la haría
practicable. A las distintas plantas se accede por una pequeña escalera de
mampostería en el interior de la torre. En cuanto a ventanas, son sencillas y
elegantes, demostrando su adscripción gótica. Destacan las dos del lado norte,
la más alta centrada en el segundo piso, con arco escarzano y reja de hierro, y
la otra en el primer piso, algo desplazada a la derecha y formada por una
moldura baquetonada en forma de arco apuntado mixtilíneo.
Interiormente
la torre se estructura con un subterráneo o sótano, tres plantas con salas y
una amplia terraza. El subterráneo servía de calabozo, a donde se hacía
descender al prisionero mediante una cuerda. Del resto de plantas destaca la
sala principal del segundo piso, cubierta con una elegante bóveda de crucería
ojival de cuatro nervios en la que se encuadra el escudo de la Casa de Aguayo
en el centro y donde también existe una amplia y hermosa chimenea.
Hay
que destacar la perspectiva visual que ofrece la terraza superior, desde donde
se aprecian con claridad las tierras de la campiña desde Sierra Morena hasta
Sierra Mágina y los movimientos que se podían producir en las orillas del río
Guadalquivir a su paso por Montoro y Villa del Río.
Su Señorío ha dado nombre al título
nobiliario “Marqués de Villaverde” actual
“Marquesado de Santaella” concedido por Felipe IV en 1.649.
También es origen del título nobiliario “Marqués
de Villaverde de Aguayo” concedido por Fernando VII en
1.820.
Tras la visita a la torre hemos ido a la nave de Torrevequia, donde fabrican aceite de oliva virgen extra y nos han explicado su proceso de fabricación.
Hemos pasado una mañana genial, y la seño hasta se ha montado en un coche de época.
Agradecemos además, la ayuda de Chelo y Antonio de Protección Civil y de la Policía Local de Montoro que nos han acompañado y prestado sus servicios, cortando incluso alguna calle para que pudieramos pedalear seguros/as.